LA NUEVA CONCIENCIA

LA FOTO DE MI ABUELA

Por: KARLOSMAGNO.

La foto de mi abuela, ha estado en la sala de su casa por mucho tiempo.

Muchos años han pasado desde aquella tarde, cuando se mandó retratar; como ella lo dijo mientras posaba sonriente.

Muy niño, le acompañé aquella tarde lluviosa de abril; permanecí sentado en una butaca de madera por varias horas.

Aun mis pies no alcanzaban al piso, estuve bamboleando mis piernas, mientras mi abue,

volvía y posaba una y otra vez.

Yo curioso le observaba sin pronunciar palabras, pero atento a cada movimiento de Don Marcos; el único fotógrafo del pueblo.

A los quince días volvimos al pueblo por su retrato, ella no lo podía creer y por su puesto a mis cortos años tampoco.

Acarició una y más veces su figura en blanco y negro, mientras no podía disimular su alegría; luego escudriñó debajo de su seno izquierdo, sacó un billete de un peso y Don Marcos le devolvió un par de pequeñas y viejas monedas, que mi abue puso muy contenta en el bolsillo de mi camisa ya ombliguera y a cuadros.

Estaba feliz y orgullosa de si misma, le mostró su retrato a todos los que encontramos por el camino rumbo a la casa y después que los vecinos y mis tías la observaron; la colocó en la alcoba grande junto a su cama y mirando para la puerta, para que fuera la primera visión de quien llegara a visitarla.

Veinte años más tarde, ella se marchó de éste mundo, sin posibilidad de regreso.

Se mudó a ese barrio alejado y misterioso de casas silenciosas y pequeñitas;

dejándonos sin su risa y su presencia.

Unos días después mientras llovía, mi madre dejó caer una lágrima de recuerdos; cuando limpiaba y consentía la foto mi abuela.

Luego, clavó una puntilla en la pared y la colgó en la sala, donde todos la encontráramos a primera vista.

Su foto detenida en el tiempo, me recuerda ese domingo, allá en el pueblo; bamboleando mis piernas, hace cincuenta y tantos años.

El tiempo no volvió a correr para ella; aun se ve sonriente y feliz, sus canas y sus arrugas, se han borrado, su pelo negro hecho moña y su mirada penetrante; inspiran alegría, paz, tranquilidad y autoridad.

Abue, tus recuerdos no son tristezas, son rosas y claveles vivos y repletos de paz y alegría.