CUBIRO: EL PINTOR CRIOLLO
Por: Apolinar Beltrán Villazón







No existe lugar en la región de la Orinoquía y pueblos cercanos a Venezuela, donde no se encuentre o se pueda observar murales, pinturas costumbristas o, como le dicen algunos llaneros, «pinturas criollas» del pintor llanero «Cubiro» o Willian Ánave, oriundo de Arauca, las mismas tierras que abandonó a principios de 1980, para radicarse en el municipio de Puerto López, donde comienza a pintar y plasmar en «retablos» la inmensa llanura o los Llanos Orientales: morichales, amaneceres y atardeceres.







Hoy, «Cubiro» lleva cerca de 45 años dedicado a esta labor artística, donde plasma en cada obra la cultura llanera, sus paisajes, su flora y su fauna, faenas del llano y río, morichales, tortugas, chigüiros, caballos, caimanes, hatos ganaderos que aún viven en la imaginación del artista.





Al preguntarle al pintor William quién le coloco ese sobrenombre artístico de Cubiro, responde sonriendo: «unos amigos, es el nombre de un pájaro que llaman Cubiro y también le dicen ‘cristofué ‘».

Pájaro Cubiro o «cristofué»
Sus pinturas al óleo impresas en lienzos, avisos, murales y obras que se encuentran en cualquier sitio de los pueblos: restaurante, heladerías o viviendas, caparazones de tortugas; huellas artísticas y memoria elaboradas por «Cubiro» y que se encuentran en ciudades como Bogotá, Villavicencio, Puerto López y pueblos lejanos de Arauca, Vichada y Casanare.





Se puede asegurar que Cubiro es de los pocos artistas o pintores, que ha cumplido con su objetivo de artista: entregar el arte al pueblo, para que esté viva con él, lo observe, lo critiqué, lo disfrute y se deleite con sus pinceladas de arte llanero popular y costumbrista, arte que no lleva más intención que mostrar la belleza y memoria de la llanura y sus paisajes. Cubiro afirma: «que quiere mucho al pueblo de Puerto López, pues fue este pueblo donde comenzó a pintar», pese a que dura pocos meses en los sitios que toma como residencia «mientras pinta» y así como aparece, desaparece y se va para otro lugar. Algunas veces mientras pinta se toma «una amarga», una cerveza «para la sed», o un tinto «bien cargado», luego limpia sus pinceles, tararea una canción llanera y con cada pincelada sobre el lienzo: un recuerdo del llano.
