LA VOCACIÓN DE SERVIR
Por: Laura Samira Beltrán Gaitán*

*Estudiante de derecho y líder juvenil.
Si me preguntan por qué dedico tiempo al voluntariado y a compartir charlas con poblaciones vulnerables, respondería que ahí se encuentra el verdadero sentido de servir. No se trata de un requisito ni de un compromiso impuesto, sino de un espacio donde la empatía se convierte en acción y donde lo humano pesa más que lo individual, comprendiendo que la transformación no empieza en grandes escenarios, sino en la mirada agradecida de quien se siente escuchado.
Por eso, ver sonrisas genuinas es, sin duda, el mejor pago. Son la confirmación de que cada esfuerzo, cada palabra y cada momento invertido en otros tiene un eco real en la vida cotidiana. Estas acciones demuestran que, por más pequeñas que puedan parecer, poseen la fuerza de cambiar un día o abrirle a alguien la posibilidad de creer en sí mismo.
Ese espíritu es el que nos impulsa a participar en espacios políticos y jurídicos, entendiendo que aprender también es una forma de servir y abrir puertas para otros. La participación en escenarios que reúnen a los “grandes” y abren el diálogo con los estudiantes brindan la oportunidad de pensar, cuestionar y proponer con una mirada crítica para construir un país más digno y abierto a oportunidades. Así pues, resulta gratificante ver a mujeres ocupar espacios, tomar decisiones y liderar debates. En medio de una sociedad marcada por desigualdades y violencias, su presencia es un recordatorio de que resistir también es transformar.
De esta forma, los jóvenes, se convierten en esponjas: absorben conocimiento, pero también formulan preguntas que incomodan, que abren caminos y que siembran nuevas posibilidades. Aprender, en ese sentido, es un acto profundamente político, porque no se limita a repetir lo que ya está dado, sino a imaginar lo que aún puede transformarse.
Y quizá ahí radique la tarea más urgente como nueva generación: no se debe esperar a que otros tracen el rumbo, sino empezar a escribir y construir. Apoderarse de espacios es valioso, pero aún más lo es trabajar en pro de las comunidades. Allí, donde con frecuencia se ven sueños truncados, una palabra de aliento puede ser el mejor regalo y, a la vez, el inicio de un futuro distinto.
